Tras la extinción de los dinosaurios, los mamíferos iniciamos el dominio del mundo. La extinción masiva que acabó con la vida en la Tierra tal y como se daba durante el Mesozoico permitió a los pequeños roedores y demás mamíferos salir de sus madrigueras y ocupar el nicho ecológico que habían dominado los dinosaurios durante millones de años. De esta forma, los mamíferos no tardaron en diversificarse y extenderse por el mundo, con algunas especies ganando cada vez más tamaño hasta convertirse en auténticas bestias. Fue el caso de Basilosaurus, un género extinto que habitó los mares del Eoceno: el primer cetáceo de gran tamaño del que tenemos constancia.
El rey de los mamíferos
De hecho, su descubrimiento desconcertó a los investigadores del momento hasta el punto de tener un nombre erróneo. Basilosaurus significa “reptil rey” en griego antiguo, sin embargo, no es un reptil, sino un mamífero. La confusión es comprensible si atendemos a la estructura ósea que muestran los fósiles de esta bestia marina, pues para los investigadores que lo descubrieron por primera vez tenía más parecido a los reptiles marinos de la época de los dinosaurios como Kronosaurus y Mosasaurus que a las ballenas modernas.
Sin embargo, Basilosaurus es un buen ejemplo de combinación de características arcaicas y modernas. No se trata de una especie de transición, estamos en ramas evolutivas distintas, pero esta ballena prehistórica compartía características con los anteriores reptiles marinos y con sus sucesoras ballenas modernas. Uno de los aspectos arcaicos más llamativos al observar un fósil de este género es su potente mandíbula. Contaba con más cuarenta dientes de gran tamaño y bien afilados, como mandan los cánones de la naturaleza para todo gran depredador. Y, aunque esta diferencia con las ballenas actuales llame la atención, es más curioso el hecho de que Basilosaurus tuviera dos patas al final de su alargado cuerpo. Estas extremidades fueron un descubrimiento posterior al propio género y, a diferencia de sus aletas delanteras, Basilosaurus portaba patitas de poco más de medio metro con tres dedos que, según los expertos, no le permitían moverse en tierra y, en cambio, tampoco fueron buenas herramientas para nadar. Más bien al revés, pues se cree que este animal no estaba hecho para nadar distancias largas ni estar sumergido durante largos períodos, sino que saldría bastante a la superficie y su hábitat eran aguas poco profundas.
Hablamos de una ballena prehistórica que medía entre 15 y 18 metros de largo, con especímenes que pesaban de 60 a 80 toneladas. Con todo, los investigadores no descartan que se pudieran dar casos de mayor tamaño a los encontrados en el registro fósil, pudiendo superar los 20 metros del hocico a la cola.

Recreación de Basilosaurus.
El depredador más grande de su época
Basilosaurus vivió en el Eoceno, hace unos 45 millones de años, hasta su extinción hace 36 millones de años. Por entonces se trataba de la ballena más grande que existía y, posiblemente, eso hacía de este género el animal más grande de la Tierra en esta época. Se han encontrado restos fósiles en lugares como Luisiana, Egipto o Pakistán, lo que evidencia que fue una evolución exitosa que logró expandirse por gran parte del planeta. Dado su hábitat en zonas costeras y aguas poco profundas, tenemos la suerte de contar con un registro fósil relativamente amplio de Basilosaurus, pues frecuentaba espacios propicios para la preservación de especímenes una vez muertos y sus restos nos han llegado en forma de fósiles millones de años después. En algunos casos, tan bien conservados que los investigadores han podido analizar su estómago y el contenido preservado en su interior.
Fue el caso de un equipo de investigación encabezado por Manja Voss, del Museo de Historia Natural de Berlín. Estudiaron un fósil de Basilosaurus isis hallado en el Wadi Al Hitan, en el Cairo, donde había un mar poco profundo hace 50 millones de años. Los restos de su estómago confirmaron que se alimentaba de otros peces, tiburones y Dorudon, una ballena prehistórica de menor tamaño:
“El esqueleto de Basilosaurus isis era distinto de otros esqueletoe en el grupo, pues contenía incisivos puntiagudos y dientes afilados en las mejillas, así como huesos. La mayoría de los peces, y los restos de la ballena Dorudon mostraron signos de roturas y marcas de mordeduras, estaban fragmentados y tendían a agruparse dentro de la cavidad corporal de Basilosaurus isis […] Los autores afirman que B. isis era un depredador principal que se comió a su presa viva, en lugar de matarla y luego comérsela. Proponen que los restos de peces y juveniles de Dorudon atrox en el conglomerado sean restos de las comidas anteriores de Basilosaurus, mientras que los dientes de los tiburones indican captura postmortem”.
Un nombre equivocado
Los fósiles de Basilosaurus eran tan abundantes en Luisiana y Alabama que los investigadores del siglo XIX apenas le dedicaron mucha atención ni se empleaban muchos esfuerzos por conservarlos. El paleontólogo Richard Harlan fue quien definió al género como Basilosaurus, creyendo que se trataba de un reptil de 50 metros de longitud. Fue Richard Owen quien lo estudió más a fondo y se dio cuenta de que se trataba de un mamífero. Sin embargo, el género ya había sido nombrado científicamente y es por ello que Basilosaurus porta un nombre de reptil aun siendo mamífero.
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