Con la famosa frase “¿Puede ver algo?», «Sí, cosas maravillosas», comenzaba el mito del faraón, apenas conocido hasta ese momento, Tutankhamon. Era una mañana de noviembre del año 1922, en una de las últimas oportunidades de que disponía Howard Carter para hallar la tumba de este rey de la Dinastía XVIII (1539-1292 a.C.). Su mecenas, Lord Carnarvon, estaba perdiendo la esperanza de encontrar la tumba del rey, tal y como insistía Carter. El mismo Carter estaba empezando a dudar de su propia cordura. Pero el descubrimiento de un peldaño excavado en la roca cambiaría el curso de la historia de la egiptología y del conocimiento que se tenía hasta entonces de este período histórico.
a tumba de Tutankhamon (KV62), aunque modesta en dimensiones, dada la suntuosidad y magnificencia de otras tumbas del valle, constaba de varias dependencias. De ellas, destaca la antecámara, que contenía un trono dorado con incrustaciones de ébano y marfil, sillas, divanes funerarios dorados con cabezas de león y de la diosa Hathor, cofres, vasijas de alabastro, estuches, taburetes y numerosos accesorios pertenecientes a carros dorados. Aquí también se hallaron las dos famosas estatuas de Tutankhamon que flanqueaban el acceso a la cámara funeraria, elaboradas en madera y bronce y cubiertas por una resina negra. Medían 1,90 metros de altura, es decir, estaban representadas a tamaño real.
El espacio de la última dependencia, la cámara funeraria, se encontraba ocupado casi en su totalidad por el enorme sepulcro realizado en madera y dorado con incrustaciones de placas de fayenza formando un patrón de pilares djed (símbolos de Osiris, señor del inframundo) y de nudos tjet (emblemas de Isis, esposa de Osiris, a quien resucita). Un segundo sepulcro se abría tras retirar el primero, igualmente dorado y con diseño tipo pr wr, que significa “la gran casa”.
Este diseño se cree que representa al del santuario de la diosa tutelar del Alto Egipto, Nekhbet. La decoración de este sepulcro está formada por textos mágicos procedentes del Libro de los Muertos (o, de una manera más correcta, el Libro de la Salida al Día), así como representaciones de divinidades protectoras en cada uno de los lados, incluyendo la tapadera. Estas divinidades eran Isis y Osiris, Maat y Ra-Horakhty (divinidad solar) y Nut (la diosa del cielo, extendiendo sus alas protectoras sobre el difunto en la tapa).
Tras otro sepulcro, un sarcófago de cuarcita y granito rojo pintado que contenía tres ataúdes antropomorfos, dorados y ricamente decorados, para llegar finalmente a la momia del rey.
El féretro más interno de todo el grupo estaba realizado en oro macizo. Todos estos ataúdes antropomorfos representan al faraón de manera osiríaca, es decir, se trataría de la asimilación del difunto al propio Osiris, señor del inframundo. Tutankhamon llevaba a su vez la famosa máscara funeraria de oro, así como una gran cantidad de piezas de joyería –collares, pulseras, anillos y dedales– en manos y pies, en su mayoría de oro.

Réplica de los objetos hallados en la antecámara de la tumba de Tutankhamon. Foto: GETTY
En el llamado anexo se encontró una mezcla de objetos que iban desde jarras contenedoras de vino y provisiones funerarias –esto es, comida para alimentar al difunto en su otra vida– hasta aceites, ungüentos, cajas, sillas, taburetes y cabeceros de cama, así como muchos otros artículos destinados al uso del difunto en el Más Allá.
En el Antiguo Egipto, la mayor aspiración del individuo era renacer en el Más Allá. Para conseguirlo, no solo se ocupaban de conservar el cuerpo de manera conveniente mediante el proceso de momificación, sino que, además de ello, hacían acopio de numerosos elementos de ajuar que le serían de utilidad en la otra vida. Por eso se llevaban –o en algunos casos encargaban réplicas– sus objetos favoritos.
Preparación para una travesía duradera
Este acto de incluir un ajuar en el lugar de enterramiento estará presente en toda la época faraónica, pero será en el Reino Nuevo, precisamente la época en la que vivió y murió Tutankhamon, cuando se dará una mayor cantidad y variedad del ajuar antes mencionado. El ajuar funerario de Tutankhamon estaba formado por más de 5.000 objetos de todo tipo. Los elementos del ajuar de Tutankhamon pueden dividirse en tres grupos bien definidos:
- Elementos pertenecientes al ámbito de la vida cotidiana. Aquí incluiríamos todos los objetos de la tumba de Tutankhamon, tales como ropa, objetos de tocador, de escritura, juegos, bastones, cetros, joyas, carros, tronos, reclinatorios, sillas, taburetes, mesas, camas, baúles, guirnaldas, coronas.
- Elementos relacionados con el paso del difunto al Más Allá. En este apartado se incluyen los sarcófagos, la máscara funeraria, amuletos de tipo protector, estatuas de divinidades, shabtis y vasos canopos. Todos estos elementos estaban dotados de un carácter mágico cuya finalidad, en definitiva, era proteger al difunto de los peligros a los que debía enfrentarse en el viaje previo al Más Allá, y permitir, así, que pudiera vivir para toda la eternidad.
- Alimentos y sus contenedores. En este caso, todos los contenedores cerámicos o de cestería que contenían fruta, pan, cebada, cerveza, ánforas de vino y todo lo necesario para el abastecimiento del difunto en la otra vida.
Una máscara faraónica de 11 kilos
A pesar de que en la tumba de Tutankhamon se encontraron más de 5.000 objetos, casi todos quedan eclipsados por la impresionan te máscara funeraria de 11 kilos de peso, sin parangón alguno. La máscara fue realizada con oro, lapislázuli, cornalina, amazonita, cuarzo, obsidiana, fayenza y vidrio, y cubría la cabeza del difunto hasta los hombros.

Máscara de Tutankhamon. Foto: GETTY
Los elementos más llamativos (máscara y sarcófagos) que componían el ajuar funerario de Tutankhamon han concentrado siempre la atención, y no se ha hablado tanto de los otros elementos que pertenecerían a la vida cotidiana del faraón. ¿Cuáles eran?
Preparados para el Descanso y la Batalla: Vida de los Faraones
Entre los objetos de la vida cotidiana se encontraron elementos relacionados con diferentes actividades de ocio, como la caza, u otras ocupaciones como la guerra.
Vinculados con estas actividades se documentaron seis carros en la tumba. Cuatro de ellos se localizaron en la parte sureste de la antecámara; los otros dos en la sala del tesoro, en el muro norte. Todos desmantelados. La decoración de la gran mayoría incluye escenas de cautivos asiáticos además del emblema de la unión de las dos tierras, conocido por el nombre de sma-tawy, representaciones de divinidades y motivos protectores como el signo ankh, el pilar djed o el ojo wdjat.
También incluían en la decoración el nombre de Tutankhamon insertado en un serekh (una representación de la fachada de palacio). Según Carter
El carro fue un elemento introducido en Egipto por los hicsos en el siglo XVI a.C., y eran pocos los que se conocían hasta el descubrimiento de la tumba: solo dos. Uno de ellos procede de la tumba de Yuya y Tuya, y otro se encuentra expuesto en el Museo Egipcio de Florencia (se desconoce su propietario).
Otros objetos hallados en la tumba fueron armas y bastones. Según Carter, probablemente algunos de ellos fueron utilizados por Tutankhamon en vida. El elenco de armamento –hallado entre la antecámara y el anexo– estaba formado por armaduras, dagas, espadas, arcos y flechas, boomerangs, mazas, palos y hondas. Curiosamente, no se hallaron hachas de guerra entre todos estos objetos.
Destaca la presencia de dos espadas khepesh, cuya introducción fue también realizada por los hicsos a finales del Segundo Período Intermedio (alrededor de 1530 a.C.). Estas espadas se caracterizan por su hoja curvada y se creía que serían utilizadas más para aplastar que para cortar, dado que el filo de la hoja no estaba totalmente desarrollado. El otro ejemplar de espada khepesh contrasta con la anterior debido a su tamaño inferior. Se cree que fue hecha para Tutankhamon cuando era niño.

Pintura de la tumba de Tutankhamon. Foto: AGE
En cuanto a los boomerangs, es posible ver representaciones en tumbas donde el difunto aparece cazando con este objeto, como en los frescos procedentes de la tumba de Nebamon y hoy en el Museo Británico. En el caso de Tutankhamon se considera igualmente su uso para la caza, si bien no se dispone de representaciones del rey cazando con ellos. Por otra parte, también se encontraron bastones, palos para la lucha y abanicos en la antecámara, el anexo y la propia cámara funeraria.
Debido a la gran cantidad de bastones y palos que fueron encontrados en la tumba de Tutankhamon, Carter concluyó que se trataría de una colección, ya que fueron hallados alrededor de 130 completos y algunos fragmentos más. De ellos, algunos conservaban evidencias de haber sido usados, mientras que otros eran de tipo ritual. Su material era variado (del ébano al marfil, pasando por incrustaciones de oro o plata) y sus formas diversas. Entre ellas, destaca el bastón curvado con representaciones de los enemigos de Egipto: los libios, los asiáticos y los nubios.
, dos de los seis carros hallados podían considerarse de uso estatal, es decir, se emplearían para desfiles y ceremonias. El resto de ellos, de estructura más ligera, serían utilizados para actividades de tipo más recreativo, como la caza.
Otro elemento de la vida cotidiana muy apreciado en Egipto, debido al calor, era el abanico. Del mismo se conservan al menos ocho ejemplares. De todos ellos destaca el hallado en la cámara del Tesoro. Este bello ejemplar es un abanico de mano giratorio, hecho de marfil, con plumas blancas que aún se conservaban intactas en el momento de su descubrimiento.
Los Pasatiempos de los Faraones: Juegos, Música y Escritura
También se encontraron en la tumba objetos destinados al simple disfrute lúdico y musical y a la escritura (muy importante en el Antiguo Egipto). Así, se hallaron varios juegos destinados al disfrute del faraón en el Más Allá, tal y como hizo en su vida terrena. Por ejemplo, juegos como el Senet (se encontraron cuatro), el Mehen o juego de la serpiente o el de sabuesos y chacales, a los que jugaban niños y mayores; instrumentos musicales rituales, como el sistro, y además dos trompetas, una de ellas de plata, y aplaudidores o “castañuelas”.

Carros como esta réplica fueron hallados en la antecámara de la tumba de Tutankhamon. Foto: AGE
¿Qué se puede decir de la escritura? Se sabe que apenas un porcentaje ínfimo de población, circunscrito a escribas y sacerdotes y posiblemente a la familia real, sabía escribir y leer. No obstante, en la tumba de Tutankhamon se encontraron varios elementos de escritura, en concreto tres paletas, un apoya-pinceles y un bruñidor de papiro, todos de una excelente calidad. Entre las paletas de escritura, una presentaba, en lugar de los pigmentos naturales, incrustaciones de vidrio y calcita, lo que indica su carácter eminentemente funerario (elaborada expresamente para formar parte del ajuar funerario); no así las otras dos, habituales en el uso cotidiano: se trataría de elementos de la vida corriente que decidieron incluirse en el enterramiento.
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